A la derecha un niño en silla de ruedas postural y a la izquierda una mujer mirándolo. Ambos sonriendo. En el centro aparece el título "Daño Cerebral Adquirido Infantil"

El Daño Cerebral Adquirido Infantil

El daño cerebral adquirido infantil es la consecuencia de una lesión en las estructuras cerebrales que interrumpe el desarrollo normal del cerebro produciendo alteraciones de carácter físico, cognitivo, conductual, emocional y social. 

Existen diferentes tipos de daño cerebral adquirido infantil (DCAI) según la causa que lo origina. Dichas causas se suelen clasificar según su origen en agentes externos o internos. Dentro de los primeros se incluyen principalmente los traumatismos craneoencefálicos, la encefalopatía por tóxicos (fármacos, drogas, sustancias químicas, etc.), la encefalopatía por agentes físicos, y las enfermedades infecciosas. Los agentes de origen interno hacen referencia a los accidentes cerebrovasculares (ictus isquémico o hemorrágico), la encefalopatía anóxica (parada cardiorrespiratoria y otras), las neoplasias primarias o secundarias y las enfermedades inflamatorias autoinmunes (lupus, vasculitis del sistema nervioso central, esclerosis, etc.).

El DCAI es una de las principales causas de interrupción normal del desarrollo de un menor, con una incidencia de 250 niños por cada 100.000 al año. En las edades más tempranas resultan más frecuentes, como causa de DCA, el traumatismo craneoencefálico o las lesiones asociadas a enfermedades de diversa índole, incluidas las oncológicas. Por otro lado, la causa menos frecuente causante del DCAI parece ser el ictus (solo el 0,5% de los casos se da en personas menores de 20 años).

Si el cerebro de un niño, que se encuentra en pleno desarrollo, sufre un daño o lesión, las habilidades y funciones que aún no han aparecido o están en proceso de adquisición podrán verse alteradas y no seguir los cauces de evolución habituales. Es por esto que, la evidencia de las consecuencias puede demorarse hasta el momento en que la capacidad afectada tendría que madurar. Aunque inicialmente muchos niños parecen no tener secuelas, pasado cierto tiempo se ponen de manifiesto una serie de dificultades que, en muchos casos, no se relacionan con el daño cerebral y generan desconcierto e incomprensión en el ámbito familiar y en la escuela.

¿Cuáles son las consecuencias?

Las consecuencias del DCA son múltiples y variadas, dependiendo del tipo de daño que se produzca y de su localización en el cerebro. Se pueden agrupar en:

  • Dificultades de carácter físico y sensorial. Afectan a la movilidad, a la actividad y a la percepción del niño, lo cual repercute en la propia confianza y seguridad que desarrollan.
  • Dificultades de tipo cognitivo. Concretamente dificultades en todos los tipos de atención (focalizada, dividida, sostenida, selectiva y alternante), en la orientación personal y/o espacial, y en la memoria, mostrando dificultad para consolidar aprendizajes.
  • Dificultades en la comunicación. Cuando la lesión se produce en el hemisferio lateral dominante (normalmente el izquierdo), es habitual que se vea afectada la comunicación y la capacidad de entender y expresarse a través del lenguaje oral (afasia) y escrito (alexia). En ocasiones también se manifiesta dificultad para nombrar objetos cotidianos (anomia) y otras veces es la propia emisión de la voz la que se ve afectada (disfonía).
  • Dificultades en el juicio y toma de decisiones. Las funciones ejecutivas se ven frecuentemente alteradas tras la lesión cerebral e influyen de manera directa en la capacidad para tomar decisiones. Esto se manifestará en el niño con DCA como dificultad para iniciar cualquier actividad, dudas y respuestas poco adecuadas o ineficaces ante determinadas situaciones.
  • Dificultades emocionales y conductuales. Las manifestaciones habituales son: baja tolerancia a la frustración, enfados frecuentes y desproporcionados, agresividad, cambios repentinos de humor, pasividad, desinhibición, comentarios inadecuados, aislamiento, ausencia de motivación e interés, cambios en la personalidad y falta de habilidades sociales, entre otras.
¿Qué hacer, entonces, ante estas consecuencias?

La neurorrehabilitación es clave en estos casos, ya que gracias a la capacidad de adaptación y de recuperación que muestra el cerebro infantil, éste puede minimizar las secuelas antes mencionadas, puesto que están totalmente relacionadas la rehabilitación y la plasticidad cerebral. Cuando hablamos de una neurorrehabilitación adecuada nos referimos a que la rehabilitación neurológica de los niños cuente con:

  • Un abordaje inter y transdisciplinar integral: El objetivo es que cuente con el trabajo coordinado de todas las áreas implicadas en la neurorrehabilitación del paciente: fisioterapia, neuropsicología, logopedia, terapia ocupacional, nutrición, neurología pediátrica…
  • Especialización profesional: Se debe disponer de profesionales cualificados y especializados en neurorrehabilitación.
  • Metas y objetivos centrados en el niño: Los profesionales sugerirán unos objetivos de tratamiento que deberán ser coordinados con la familia y con el menor (en caso de que fuera posible). Estos objetivos deben ser bien definidos, específicos y adaptados al niño y a su entorno. Se debe desarrollar una evaluación periódica del impacto de las medidas que se toman a través del uso de instrumentos de medición clínicamente apropiados y científicamente validados.

En Neurointegra disponemos de un equipo especializado formado por fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas y neuropsicólogas que trabaja desde un modelo centrado en la familia para la consecución de dichos objetivos.