mano abrochando cinturón de seguridad de coche

Daño cerebral invisible tras un accidente de tráfico

Se considera daño cerebral invisible tras un accidente de tráfico a las secuelas cognitivas y conductuales que provoca un traumatismo craneoencefálico
¿Sabías que la primera causa de TCE en jóvenes de 15 a 35 años son los accidentes de tráfico?

El TCE tras un accidente de tráfico es una de las causas de daño cerebral adquirido más frecuente en jóvenes. Y éste provoca un daño cerebral invisible que consiste en secuelas cognitivas y conductuales.

Cada vez son más frecuentes los casos de traumatismo craneoencefálicos (TCE) que llegan a urgencias por accidentes de tráfico. Un TCE supone una lesión física y/o cerebral. La gravedad del TCE, a nivel fisiológico, dependerá, por un lado, del daño propio por el traumatismo, sumándose, por otro, los daños provocados como consecuencia del edema que provoca la lesión primaria. 

Los TCE son más frecuentes entre personas de 15 y 35 años, con una incidencia anual que aumenta año tras año. Son los vehículos a motor la primera causa de TCE entre los jóvenes, provocando graves consecuencias. En menores de 45 años, es la primera causa de muerte evitable.

Los TCE pueden clasificarse en leves, moderados o graves, en función del daño y sus secuelas.

Un TCE leve puede cursar sin pérdida de conciencia (o de pocos minutos), sin deterioro neurológico a largo plazo, presentando dolor de cabeza, náuseas, mareo y problemas de atención.

Un TCE moderado supone una complicación del cuadro sintomatológico anterior.

Mientras que un TCE grave cursa con alteración de las funciones neurológicas, pudiendo llegar, incluso, hasta el coma. 

Desde el hospital, el abordaje inicial es tratar las lesiones potencialmente mortales, manteniendo, posteriormente, la observación del paciente y su estado neurológico. La gravedad de las alteraciones y secuelas neurológicas están determinadas por la gravedad del TCE y su pronóstico dependerá de otros factores que pueden agravar la situación: edad avanzada, hipertensión intracraneal, hipoxia, hipotensión, etc.

Las secuelas cognitivas y conductuales pueden presentarse en cualquier persona que haya sufrido un TCE, ya sea leve, moderado o grave. Tras el alta hospitalaria, comienza la vuelta a la vida diaria, y continúa o inicia el proceso neurorrehabilitador que ayudará a la persona a recuperar la mayor calidad de vida posible. 

Las secuelas cognitivas y conductuales más frecuentes en personas con TCE cursan con alteraciones en la atención, velocidad de procesamiento, memoria y aprendizaje, lenguaje, funciones ejecutivas, etc., afectando a la vida social, familiar y laboral. Además de presentar alteraciones emocionales y conductuales que empeoran el estado de las alteraciones del TCE. 

Por tanto es fundamental que, cuanto antes empiece el proceso de evaluación, que permita conocer de forma específica el estado del cuadro clínico, tanto físico como cognitivo y emocional, antes comenzará su abordaje, por lo que el pronóstico será mejor a largo plazo. 

Esta atención deben realizarla profesionales especializados en neurorrehabilitación, como el equipo de atención al daño cerebral del que disponemos en Neurointegra. Si necesitas saber más al respecto, no dudes en consultarnos.